miércoles, 11 de mayo de 2016


El ánima de Santa Helena


Dicen que por cada año, marcando la misma fecha

Se ve una blanca figura de inigualable belleza

Alejar los forasteros del Hato De Santa Helena

Un 16 de Enero, en casa de don Ramón Herrera, se realizó una parranda en honor de una catira que cumplía 15 años. Y sucedió que en lo mejor de la fiesta, se escuchó el relincho de caballos: habían llegado al Hato de Santa Helena, unos hombres con sombrero, traje negro y revólver.

El primero en bajarse del caballo, se acercó al arpista. Entonces dijo:yo vengo de Santa Rita, contrapunteo con cualquiera. A su desafío, le respondió un mocetón bien llanero y empezó el contrapunteo. La reyerta se daba alrededor de la quinceañera, pues eran los dos hombres peleando por su amor.

Los que estaban presentes se agolparon para escuchar el contrapunteo. Pero debido a la fuerte copla del llanero, se armó la pelea. Unos disparos se escucharon, y fue cuando el hombre de traje negro cayó de frente a la puerta con un balazo en la cabeza. Pero de repente, sin que nadie lo previera, cayó la catira quinceañera muerta, por un proyectil perdido de la balacera.
Desde entonces, una mujer de hermoso parecer, custodia el Hato de Santa Helena, alejando a los forasteros que quieran acercarse al lugar.


La llorona




En las profundidades de los Llanos Orientales se dice que se oye llorar a una mujer en las noches. Algunos aseguran que se aparece en los caminos y veredas donde seduce a los hombres parranderos, para luego devorarlos. Otros aseguran que cuando los perros aúllan, es que la mujer anda deambulando cerca del lugar. También dicen que es una mujer que debe encontrar los huesos de su hijo para descansar en paz y que solo le falta la falange del dedo meñique de su mano derecha.


¡Dónde estará mi hijo! – es el grito de la llorona, una mujer de apariencia muy hermosa, quien fue engañada por un hombre que quiso conquistarla diciéndole que su marido le era infiel con su madre. Al borde de la locura, decidió matar a su mamá con un puñal y luego quemarla en la casa donde vivía. Sin embargo, olvidó sacar a su hijo y sin poder ya hacer nada, no tuvo más remedio que ver cómo la casa se consumía, mientras el llanto del bebé se apagaba lentamente hasta morir. Su castigo fue vagar eternamente mientras llora por sus desgracias.


La bola de fuego


Me la pasaba viajando hacia el llano, porque yo era enfermero. Y nos contaron varias veces que cerca a la laguna de Carimagua aparecía una bola e’ fuego, que perseguía a los que andaban por esas tierras en la noche o en la madrugada. A nosotros nos dijeron de varias personas que iban en su caballo y que las había perseguido la bola e’ fuego, y que para alejarla no había que rezarle, sino hablarle palabrotas, de esas de alto calibre, y así se alejaba, porque si no, entonces los tumbaba del caballo y quedaban como privados. A uno le daba susto, pero un día se me ocurrió en la madrugada esconderme detrás de una talanquera, que quedaba cerca al camino, para mirar si de verdad existía eso. Y como a las dos de la madrugada empecé a ver una luz a lo lejos. Me entró un susto porque pensé que era la bola e’ fuego, pero me quedé ahí escondido esperando a ver qué sucedía, porque todavía se veía muy lejos, como de kilómetros. Pero después se acercaba más y más, y como que la luz se hacía más grande. Ya tenía miedo, y cuando ya iba yo a decirle las malas palabras, entonces me quedé mirando fijamente hacia la luz… era un muchacho con una linterna que se iba a visitar a la madrugada a una de las muchachas de por ahí (risas). ¡Esa bola e’ fuego era más peligrosa que la de verdad!
La bola e’ fuego, historia cuya veracidad muchos llaneros aseguran, surgió del relato de una madre de decapitó a su primogénito, quien estaba predestinado a ser Obispo, por lo que fue condenada a vagar por los caminos, convertida en bola de fuego, que hace perder a los caminantes. Tal como la historia narrada por el señor Gustavo Sanabria, se dice que entre más se rece, más se acerca la bola e’ fuego, por lo que hay que gritarle improperios para que se aleje.


Leyenda Achagua


El dios Guayquerrí pondría un enorme caimán en una laguna rodeada por dos cerros, para proteger a los Achaguas de los Chibchas, quienes les exigían hijos y mujeres a cambio de no matarlos o de productos de intercambio. Los chibchas desistirían de su asedio a los Achaguas, luego de que el caimán devorara a muchos de ellos. Sin embargo, el animal quedaría sin alimento, por lo que engulliría a la hija del dios Casanari, quien como castigo lo convirtió en el Cerro Sanmaricote. A su hija, de bellos ojos verdes y cabellos dorados, la sacaría de las entrañas del animal, enterrándola en otro cerro, en cuya cumbre creó una laguna. Haría también falsos ojos que escondería en los cerros y falsos cabellos solidificando los rayos del sol casanareño. Se dice que quienes intenten robar los ojos y cabellos de su hija enloquecerán de codicia y sus generaciones serán malditas hasta el fin del mundo.




Leyenda Chiricoa – Arauca


Los chiricoas serían castigados por sus maldades después de muchas advertencias de dos familias que no participaban de las borracheras y orgías de sus semejantes. Sucedió que un día de extraordinario calor, se empezaron a oír aterradores truenos. De repente, una garza se posó sobre la laguna de los chiricoas y, bajo una danza casi hipnótica, comenzó con su pico a dibujar cruces de varios tamaños. Luego, el ave se marchó y al instante, una lluvia torrencial llenó el territorio de los chiricoas. La noche y el día fueron testigos de la lluvia, y mientras los hombres chiricoas buscaban refugio en la copa de los árboles, las dos familias se posaron en un totumo. Debido a que la lluvia no se detenía, los malvados chiricoas se ahogaron en las aguas que anegaban sus tierras.

Lentamente el agua comenzó a disminuir. Entonces las dos familias chiricoas volvieron a ver de regreso a la garza que había iniciado el diluvio. Al mirar al cielo, el ave sopló y de repente apareció de su pico un camino de colores. La lluvia se fue extinguiendo al tiempo que el sol salía. Entonces, el pájaro alzó el vuelo y desde entonces, solo llueve en los períodos estacionales de lluvia tradicionales.




La maldición del jesuita


El éxodo de los jesuitas hacia el año 1767, ordenado por el rey Carlos III, los obligó a buscar refugio para sus preciados tesoros, que se dicen son muchos. La tradición oral cuenta que empezaron su viaje por la ruta conocida como el camino de Dios hacia el Orinoco, específicamente a un lugar cercano al raudal de Atures, en donde había una cueva.


Sin embargo, de estos hombres y su destino nada se volvió a saber. Hasta el día de hoy se cree que quien intente hallar estos tesoros sufrirá infinidad de desgracias.

El tesoro del Caribabare

El Padre Manare, de la orden de los jesuitas, escondería un tesoro de valor inigualable en un Puerto de Casanare y San Salvador, cavando hoyos de seis metros de profundidad y poniendo sobre ellos lápidas. Aún más, desviaría el cauce de un riachuelo, para que el lugar fuera cubierto por las aguas. Se dice que en las noches de plenilunio se puede ver una sombra negra que pertenece al alma en pena del Padre Manare, quien todavía custodia el tesoro.


0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Blogger news

Blogroll

About